sábado, 22 de diciembre de 2018

VIDA MUSICAL Y PENSAMIENTO EN LAS ANTIGUAS GRECIA Y ROMA

La música en la vida y el pensamiento de la antigua Grecia

  La mitología griega atribuía un origen divino a la música y citaba como sus inventores y primeros practicantes a dioses y semidioses, tales como Apolo, Anfión y Orfeo. En este confuso mundo prehistórico, la música poseía poderes mágicos: la gente pensaba que podía curar enfermedades, purificar el cuerpo y la mente, y obrar milagros en el reino de la naturaleza. Poderes similares se atribuyen a la música en el Antiguo Testamento: no tenemos más que recordar la historia de David, que sana la locura de Saúl con el tañido de su arpa (I Samuel XVI: 14-23), o la de los toques de trompetas y el griterío que derribaron las murallas de Jericó (Josué VI: 12-20). En la época de Homero, los bardos cantaban largos poemas heroicos en los banquetes (Odisea 8.62-82).
  Desde los tiempos más primitivos, la música fue parte inseparable de las ceremonias religiosas. En el culto de Apolo, la lira fue el instrumento característico, mientras que en el de Dionisio lo era el aulos. Es probable que ambos instrumentos llegaran a Grecia provenientes del Asia menor.La lira y su contrapartida de mayor tamaño, la kithara, eran instrumentos de cinco a siete cuerdas (que más tarde llegaron a un número de once); ambas se utilizaban para la ejecución de a solo y para acompañar el canto o la recitación de poemas épicos. El aulos, a veces identificado incorrectamente con una flauta, era un instrumento de lengüeta sencilla o doble. Los auloi a menudo se tocaban por parejas y se usaban vinculados al canto de cierto tipo de poesía (el ditirambo) en el culto de Dionisio, a partir del cual, según se cree, se desarrollo el teatro griego. Como consecuencia en los grandes dramas del período clásico -obras de Esquilo, Sófocles, Eurípides- los coros y otros fragmentos musicales estaban acompañados por los sonidos del aulos, o alternaban con ellos.


Citaredo cantando y acompañandose con el instrumento. Su mano izquierda, que sostiene la kithara con una cinta (no visible), está apagando algunas cuerdas, mientras que la mano derecha, aparentemente, acaba de rozar todas las cuerdas con el plectro. Un músico profesional como este llevaba un vestido largo y suelto (chiton) y un manto (himation). Detalle de ánfora ática, pintada en rojo, del siglo IV a.C., atribuido al pintor de Berlín. (Cortesía del Metropolitan Museum of Art, Fondo Fletcher, 1956. Todos los derechos reservados).
  
  Cuando menos desde el siglo VI a.C., la lira y el aulos se tocaban como instrumentos solistas independientes. Hay una descripción de una competición musical celebrada durante los juegos píticos en 586 a.C., en la que Sakadas tocó una composición para aulos, Nomos Pythicos, que ilustraba las diversas etapas del combate entre Apolo y la serpiente Pitón. Los torneos de intérpretes de kithara y aulos, así como los festivales de música instrumental y vocal, adquirieron creciente popularidad después del siglo V, Aristóteles advertía contra el exceso de adiestramiento profesional en la educación musical en general:

  "Se lograría la justa medida si los estudiantes de música se abstuvieran de las artes que se practican en los torneos profesionales, y no trataran de alcanzar las fantásticas maravillas de la ejecución que ahora están de moda en dichos torneos, y de estos pasaran a la educación. Que los jóvenes practiquen incluso el tipo de música que hemos prescrito, solo hasta el punto en que sean capaces de deleitarse con nobles melodías y ritmos, y no simplemente con esa parte común de la música que puede deparar placer a cualquier esclavo o niño, e incluso a algunos animales." (Aristóteles, Política 8.6.1341 a. Cf. también Platón, Las Leyes, 2669E, 670A).


  Poco después de la época clásica (ca. 450-325 a.C.) se inició una reacción contra las complejidades técnicas y hacia los comienzos de la era cristiana se simplificó la teoría musical griega y probablemente también su práctica. La mayor parte de los ejemplos sobrevivientes de música griega que han llegado hasta nosotros provienen de períodos relativamente tardíos. Los principales son: el fragmento de un coro de Orestes, de Eurípides (versos 338-44), de un papiro fechado hacia el 200 a.C., cuya música también es posible que se deba a Eurípides; un fragmento de Ifigenia en Áulide, de Eurípides (versos 783-93), dos himnos Délficos a Apolo, bastantes completos, el segundo de los cuales pertenece a 128-27 a.C., un skolion, o canción de brindis que aparece como epitafio grabado en una lápida funeraria, también perteneciente al siglo II a.C. aproximadamente y los Himnos a Némesis, al Sol y a la musa Calíope, de Mesomedes de Creta, del siglo II d.C.
  La música griega se asemejaba a la de la Alta Edad Media en varios aspectos fundamentales. En esencia era monofónica, es decir, melodía sin armonía ni contrapunto. Sin embargo, a menudo, diversos instrumentos ornamentaban la melodía, mientras que un cantante o un conjunto la cantaban, lo que daba pie a la heterofonía. Pero ni esta, ni la inevitable necesidad de cantar en octavas cuando cuando participaban hombres y niños, constituyen una auténtica polifonía de partes independientes, tal como se desarrolló en la iglesia medieval. Además, la música griega era improvisada en casi su totalidad. Su melodía y su ritmo estaban profundamente unidos a la melodía y el ritmo de la poesía. Similitudes y diferencias aparte, no hay pruebas de ninguna continuidad en la práctica musical desde los griegos a los primitivos cristianos.


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